Relato – Turismo bípedo | Poema – Garantía de por vida – Margaret Randall | Reseña – Los animales son parte de la clase trabajadora y otros ensayos – Jason Hribal | Frase robada – Simon Weil | Bonus track
Turismo bípedo
Durante estas última semanas se me han acumulado los viajes, conocí por primera vez Montevideo, y volví a la hermosa Buenos Aires. Desde hace tiempo, aunque ahora más arraigado, me gusta caminar o de ser posible correr por las calles de ciudades que me son ajenas. Cuando hablo de caminar suelo hacerlo sin mucho plan, tal vez elijo uno o dos puntos de intéres que estén relativamente cercad de donde me hospedo y me arranco a caminar. Al principio el temor obliga a estar anclado al celular, para que como en el resto de la vida, te ordene paso a paso cómo moverte, pero conforme adquieres confianza y entiendes que parte del proceso es dejar que la aleatoriedad haga su trabajo, frecuentemente estoy fuera de la ruta diseñada. Este deambular indeterminadamente, casi siempre resulta en gratas sorpresas: un grafiti increíble, una librería que no ha envejecido en los últimos ochenta años, cafeterías donde podría ocultarme de la realidad por horas y horas, restaurantes, museos, tiendas locales salpicadas entre monumentos históricos y joyas arquitectónicas de la región. Al caminar con la brújula descompuesta, a ese paso al que no se espera llegar lejos, te transformas en un intruso, un voyeur. Presencias la vida de los demás, cómo visten, a dónde van, con quién hablan e incluso puedes bajar el paso para robarles por unos segundos su íntimidad pedestre.
Otra forma menos anárquica de apropiarte de las calles de una ciudad lejana es corriendo, que puede ser solo explorando, acompañado por alguién que conoce los caminos que son más aptos, o si tienes la fortuna, inscribiéndote a alguna carrera local, entre más larga mejor.
Cada una de estas versiones de ejercitarte turisteando tiene su encanto. Recientemente inauguré la modalidad de ser guiado por un oriundo, en este caso de Buenos Aires, y fue una grata experiencia, ya que su conocimiento y confianza me llevaron por caminos que individualmente podrían intimidar, y al dejarte guiar, sabiendo que llegarás a buen término te enfocas en la apreciación, siendo muy gratificante sentirte parte de esa ciudad que se entrega de maneras raras a los corredores.
Las conversaciones, los diálogos sin el teléfono en la mano, y más preocupado por encontrar el equilibrio entre correr y hablar fluídamente, esta aleación abre la conversación que se aleja de las clásicas charlas de relleno, y permite un conocimiento más profundo de la gente y una apropiación diversa de la ciudad.
Finalmente, si todos los astros se alínean y encuentras alguna carrera durante tu estancia vale la pena inscribirse, y si los dorsales están agotados, solo hay que salir, llevar tu propia agua y aprovechar que las vialidades estarán cerradas, y al camuflarte como un local más en ropa deportiva invades la calles y recibes vítores y porras. Tener las principales calles y avenidas solo para ti y unos miles de corredores más es increíble, y al ser un camino trazado, solo te dedicas a sudar y a apreciar, comunión que vuelve tu viaje peregrino.
Por su frugalidad, conocer una ciudad solo usando tus piernas me parece una de las formas más cautivadores de conocer las ciudadades y sus personas, que al paso de los kilómetros dejan de serlo.
Garantía de por vida – Margaret Randall
Los años llevan desgaste a las partes del cuerpo
y me imagino un negocio
donde los repuestos estén clasificados
por modelo y por fecha,
los experimentales y los de producción en masa
en mesas especiales de saldo
alentándonos a probar una nariz de plástico
inmune al daño solar
o superbaterías para el corazón o el hígado
con la promesa de durar para siempre.
Los modelos genéricos atraerían
al comprador de ingresos bajos,
las versiones de lujo, a la élite que tiene de todo
menos un cuerpo que marche a la perfección.
El dispensario podría ser
una boutique exclusiva o un hipermercado
donde todo el mundo fuera a buscar gangas
aunque todavía ninguna cura para los peores
cánceres más graves, la demencia o la bacteria carnívora.
Soluciones a corto plazo que se anuncien
con términos elogiosos
ofrecidas en llamativos exhibidores
junto a la caja:
te esperan a la salida,
y no se puede reserevar.
El oxígeno portátil con sabor tropical
es el especial del mes.
Cuando se agota la esperanza el engaño no escasea.
Me imagino en un negocio, boutique o
feria de ofertas así de futurista,
y sé que es un sueño del Primer Mundo.
Personas desesperadas de todo el planeta
venden partes de su cuerpo:
el pelo y los riñones
o usan los órganos para pasar contrabando.
Si les va bien, ganan lo suficiente
para comer unos meses más
o la oportunidad fugaz de otro día.
¿Qué querrá decir garantía de por vida
para un cuerpo que solamente lleva puesto la esperanza?
¿El consumidor aguantará hasta que haya ADN de diseño
o invertirá en partes del cuerpo de repuesto?
Y los que venden una parte de ellos, ¿cómo podrán estar seguros
de que no se pierde un haz de espíritu ni una hebra de personalidad
en ese arreglo de última instancia?
El privilegio acecha a los ricos
mientras los pobres nada más aspiran a sobrevivir.
Los animales son parte de la clase trabajadora y otros ensayos – Jason Hribal
Hablar del dominio de los humanos sobre cualquier otra cosa (incluso otros seres humanos) no es un tema novedoso. Particularmente cuando va dirigido a los animales hay información basta y contundente sobre el sufrimiento y maltrato que inflinjimos.
Jason Hribal trae a la mesa una perspectiva económica, histórica y ética de esta relación de dominación. Los ensayos se complementan etre sí, y dan una visión panorámica del papel de llos y nosotros en la historia, así como su función y explotación en los diversos momentos económicos; y por supuesto sobre el por qué deben ser considerados clase trabajadora.
Desde las múltiples perspectivas en cómo puede ser abordado este libro, por un lado el sometimiento y por otro el macroeconómico, se aportan ideas interesantes e innovadoras, que llevan a reflexionar nuevamente, sobre nuestra nociva manera de aproximarnos a todo.
Frase Robada – Simone Weil
La atención es la forma más pura de la generosidad
Bonus Track




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