Mi perra vida, la vigésimo novena semana del año 2024.

Relato-Juego de tribus | Poema-Si vamos a ser algo, seamos el agua-Fátima López | Reseña-Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social-Simone Weil | Frase robada | Bonus track

Juego de tribus

Haciendo alusión a juego de tronos, donde las distintas ¿familias, reinos, tribus? desean matarse mutuamente, lo cual, por supuesto ocurre, hasta que un mal mayor amenaza su destrucción.

Afortunadamente el guionista de la vida en México fue, aunque no lo parezca, más benévolo. Nuestro país lidera por sus altos índices de racismo, desigualdad social y económica. A pesar de ello podría considerarse el paraíso de la tolerancia. Algo que a primera vista parece un rotundo sin sentido, para un sistema social de castas como el mexicano.

Tal consideración surge de mi reciente estancia en la exclusiva zona turística de Polanco. Mi estancia era bastante extraña, ya que al ser habitante de la populosa Ciudad de México, no tenía sentido hospedarme en un hotel que se encontraba en la misma ciudad, a veinte kilómetros de mi casa, pero si se considera que el trayecto diario equivaldría a tres horas de tiempo, y considerando que debería estar todos los días del congreso (que apenas les conté) a tempranas horas, y también “tenía” diligencias sociales con mis invitados hasta altas horas de la noche (tema del que luego hablaré), me forzó a pernoctar en una de las zonas mas europeizadas de la ciudad, donde grandes cadenas hoteleras, magnánimos parques y museos, son el telón para albergar embajadas internacionales, majestuosas residencias de larga y reciente creación, y elitistas tiendas con productos que valen millones de dólares.

A ojo de águila todo parece bastante estándar, sencillamente un barrio de ricos, pero conforme pasan los días y recorría sus calles, todas ellas nombradas con la intención de darles una categoría superior (filósofos, escritores, plazas o avenidas idílicas del codiciado norte blanco hegemónico), mientras transitaba por estos estilizados caminos, me movía de los deslumbrantes autos, diamantes y pieles en los aparadores de las tiendas, a poner atención en sus peatones con sus usos y costumbres.

Dada mi deformación profesional a crear categorías, formar patrones y analizarlas, para luego nombrarlas, es decir el clásico ejercicio de la medicina que funge como el gran etiquetador, me di cuenta de que había un molde de aquellos que temprano acudían a las calles, había mucha blanquitud cutánea, cabello extremadamente bien cortado o alisado, rubio natural o artificial, acompañados por un perro de gran pedigrí con modales congruentes, mientras que en la otra mano un café o bebida caliente en un vaso que indicaba su origen de boutique gastronómica, con una cadencia calma, digna de quien puede llegar a la oficina cuando quiera.

A pocas calles, el oficinista recorre apresurado (no vayan a quitarle el premio de puntualidad), algo desgarbado, muy poco coordinado en su vestir, con una bolsa de plástico muy poco ecofriendly que almacena un tamal, y en la otra mano un vaso de unicel con café instantáneo o atole. Demasiado seguido ambas formas arquetípicas pasaban una al lado de la otra, sin que existiera conciencia de la alteridad, como si de mundos paralelos se tratara.

Nuevamente, a pocas calles un indigente con un saco de yute que almacena todo su patrimonio, busca alguna limosna para desayunar.

Ese nivel de surrealismo es explosivo cuando lo detectas y dejas de normalizarlo. Algo que se repite a la hora de la comida. Hordas de oficinistas invaden los mercados sobre ruedas (tianguis en mexicano), fondas camuflajeadas, y gente en bicicleta con basta oferta alimenticia. Mientras que, a pocos metros, camionetas blindadas conducidas por guardaespaldas abarrotan el restaurante que está en boca de todos, un abismo de precio en el ticket promedio, que va desde algunas decenas de pesos, hasta varios miles e incluso decenas de miles de pesos.

En tan solo un kilómetro de diferencia estas tribus que parecieran estar en las antípodas se observan, se huelen y se barren con la mirada, pero se toleran y extrañamente disfrutan de sus manjares, debo ser honesto ambos envidiables y dignos de ser saboreados, no por nada una mugrienta taquería tiene una estrella Michelin.

Ya cuando el sol mengua, esos ejércitos precarizados saben que les esperan horas de trayecto hasta los hogares periféricos que los reciben algunas horas nocturnas, igualmente la “gente bien” sabe que pasará un excesivo tiempo para atravesar algunas calles hasta su residencia.

Todo lo anterior me dejó una pregunta oscilando en la sesera ¿Cómo se convive con tales disociaciones sociales, culturales y económicas?

Seguro debe haber una pléyade de tesis de sociología abordando el tema, o tal vez no, es algo francamente efímero. Como sea que sea me parece un fenómeno extraño y surrealista.

En fin, al volver a mi clasemediero sur de la Ciudad de México, me volví a sentir con menos contradicciones, lo cual no quiere decir que no existan. Espero que algún día un millonario por accidente pernocte por aquí y me abra los ojos ante las injusticias sociales y morales de este México mágico.


Si vamos a ser algo, seamos el agua | Fátima López


Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social

Es mi segundo acercamiento a Simone Weil, y a casi cien años de haber escrito este elocuente, crítico y sesudo ensayo, estoy seguro de que pasó de ser incendiario, prohibido, sedicioso, a ser profético. Es un análisis detallado de las relaciones de poder a diversos niveles, siendo el sobrenadante el poder económico, con múltiples ejemplos dignos de recordar. Demostrando que no aprendemos nada de los errores del pasado, y que las relaciones de dominación colonialistas, aunque las disfrazamos de corrección política, seguirán por mucho tiempo más. El libro es revelador, en particular para los legos que nos mantenemos alejados de esos temas, y además digerible, lo que ayuda a su interiorización. Sin embargo, es todo menos esperanzador, ya que el tiempo y la historia actual demuestran que además de tener razón, no hay soluciones sensatas a la problemática mundial, ya que lo que pensamos sería la respuesta, terminó convirtiéndose en un dragón de siete colas.


Frase robada


Bonus track

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *