Mi perra vida, la cuadragésimo primera semana del año 2024.

Relato – Extranjero siempre | Poema – Las Rosas (XVIII) – Rainer Maria Rilke | Reseña – Manual para las mujeres de la limpieza – Lucia Berlin | Frase robada | Bonus track

Extranjero siempre

En la época actual, donde es muy categórica la xenofobia, el odio al ajeno, en estos momentos que como todos los momentos reflejan el egoísmo. Justo ahora creo que vale la pena darle una lavada de cara al extranjero, que tan ensuciado los tenemos; que si migrante, no expatriado que eso es lo que hace la gente bien, que si exiliado, que si refugiado, que si pobre, que si asesino, que tanta mierda que embarra al extranjero.

Ahora mientras camino, porque el extranjero siempre camina, como si la propiedad y la independencia de sus pasos fuese lo único que poseyera, veo como me ve la gente, incluso en los reflejos de los aparadores yo mismo me observo en medio de la gente, y es evidente, yo soy el extranjero, y lo confirmé cuando me fui a inscribir a una carrera, con el salvoconducto de mi extranjería de inmediato se me asignó un trato distinto, menos amistoso al principio, aunque después con mi dulce carácter e impecable italiano logré terminar en una grata conversación con los llamémoslos locales.

Regresando a la evidencia empírica de mi condición de ajeno, me atavío distinto, particularmente con colores, aquellos que los estándares otoñales de la moda italiana no los permiten. Por supuesto el rojo en medio de tanto negro, gris y azul oscuro, sin duda desentona.

A pesar de conocer las costumbres regionales, mi extranjería me abre la posibilidad de romper esas reglas cívicas que dotan a Trieste de una interesante urbanidad. Esa ruptura consciente de los acuerdos tácitos de la ciudad confirman mi mexicanidad, y los presupuestos que cabalmente hemos formado ontogénicamente, nuestro profundo salvajismo, que no me demerita, solo es parte de mí.

No hay manera de ser más auténtico que ser extranjero, de asumir la alteridad de quien te recibe, pero mirándola de igual a igual. Esta sensación del distinto la vengo experimentando desde el primer día que llegué, que con todo y lograr moverme con naturalidad, es obvio que soy extranjero. Y hoy que me fui a correr el medio maratón de Udine, es decir hoy que fui a apropiarme de sus calles, tuve esa epifanía en la que, presentándome como extranjero, lo interpreté por primera vez como un sustantivo sin adjetivos calificativos, simplemente soy extranjero, sin orgullo patriotero, ni sumisión colonialista.

Me da mucha tranquilidad no querer ser italiano, o gringo o algún otro estereotipo de la blanquitud del norte global, me encanta ser un extranjero que se siente cómodo cuando no está en casa, ni con su gente ni con los que lo quieren. Aunque soy un extranjero muy afortunado, porque aquí también tengo gente que me quiere.

Está bien que me vean extraño por traer colores fuera de temporada, por ver sus caras de ofensa por cruzar la calle fuera de los sitios permitidos, está bien que me vean con sospechosa incredulidad cuando les das el paso o saludas en todos lados.

Pero es aún más grato que tenga la capacidad de ver lo que su cotidianidad ya les negó.

En fin, que estoy contento de ser un extranjero en tierra conocida, algo así como lo que le ocurre a Leonardo Tarifeño de quien robé el título para este relato.

Las Rosas (XVIII) – Rainer Maria Rilke

Manual para las mujeres de la limpieza – Lucia Berlin

Sin saber que mucha gente en Estados Unidos de Norteamérica y el español Pedro Almodovar tienen un gran interés por su trabajo, confieso que el título, y alguna mención del periódico El País, me atrajeron a descargar el audiolibro.

Y lo primero que se debe aclarar es que no es para nada un manual, en realidad es su antítesis. Ya que el manual intenta dar una ruta crítica para llegar a un resultado, ella por el contrario va mostrando solo los resultados, en este caso de su vida, y poco a poco lleva al lector a la ruta crítica, invierte el camino.

El estilo es la aclamada autoficción que a tantos gusta, siempre es atractivo imaginar cuánto es verdad y cuánto es mentira en esos nebulosos relatos, donde Lucia se cuenta, cuenta a su familia, a su entorno mas “irrelevante” pero siempre desde una visión de las mujeres que son madres, hijas, sirvientas, enfermas, amantes, victimas y verdugos. Explora el gradiente prismático de las mujeres del siglo XX, y como suele ocurrir con este género literario, es bastante descarnado, exponiendo sus dolores familiares, sus repetidos desquebrajes en el amor, una tremenda adicción al alcohol, la vida nómada entre Estados Unidos de Norteamérica, México y Chile, y las reflexiones que seguramente todos tenemos, pero que normalmente permanecen encarceladas en nuestro pensamiento íntimo. Sin dejar de ser una vida muy tortuosa, es en extremo divertida, ya que el humor se le desparrama por todos lados, se percibe una extraña mexicanidad en la forma de abordar jocosamente los peores momentos de la vida, aderezado por una dosis no menor de irreverencia política. Así como Joyce no nos lleva a ningún lado, o más bien nos lleva a todos lados sin ningún (aparente) sentido, igualmente la autora se encarga de montarnos en su espalda, y sin estructuras canónicas nos embarra el sudor, la saliva, la mierda de la vida, mientras intentamos atravesar este trance.

Lo recomiendo para lectores entusiastas

No lo recomiendo para los puristas literarios

Frase robada

 

 

Bonus track