Relato – Derechos elementales |Poema-Ves, absorto, las cosas que componen tu vida- Ricardo Albillos| Reseña – Manifiesto por la lectura – Irene Vallejo | Frase robada – Antonio Skármeta | Bonus track
Derechos elementales
El departamento de consumo interno, después de la pandemia de coronavirus, para apoyar la economía monitorizaba el consumo de todos los individuos, siguiendo los lineamientos dictados desde Bruselas, detectó que Magda presentó una reducción constante en la compra de productos promovidos a través de las múltiples aplicaciones aprobadas internacionalmente.
Fue asignada a realizar trabajos forzosos en el Centro de Reinserción Social. Ahí también ejercía como enfermera, debía cuidar a los terroristas económicos, seres desafortunados que habían perdido la gran mayoría de sus derechos. Salvo el agua potable, una alimento mínimo (aunque nunca suficiente) y el derecho a no deambular por la calle, eran lo único con lo que contaban. Todos los demás derechos habían sido abolidos.
Una tarde camino del hospital a su casa, otra inesperada lluvia torrencial la forzó a detenerse en la cornisa de una pequeña galería, una de las pocas que aún sobrevivía a la modernización gubernamental. Un par de artesanos tallaban madera, buscando figuras de aves u otros animales gráciles, que después pintaban para exponerlos como arte anacrónico. Cuando vieron a Magda afuera, la invitaron a guarecerse en el interior. Ella tomó asiento y le ofrecieron un té mientras pasaba la tormenta.
De haber previsto que esa taza con hojas y agua caliente le iba a ocasionar tantos problemas, hubiera elegido mojarse bajo el diluvio.
Los acuerdos globales sugirieron limitar los espacios, pero también el tiempo, que las personas pasaban en lo que se denominó “ocio no productivo”. Para incentivar la economía promovieron mejoras sociales a quienes llamaban “solidarios digitales”. Estos podían acceder a productos exclusivos, carriles mas veloces para evitar el denso tránsito, contenido único en sus plataformas de audio y video. Tan solo con colocar su teléfono inteligente en los lectores distribuidos en toda la ciudad, se conocía el estatus de cada persona, no era inusual que en una reunión de amigos para comer, alguno no pudiera ingresar al restaurante por no tener suficientes tokens, que eran otorgados por las decenas de aplicaciones que apoyaban el comercio y consumo en línea.
Al principio Magda usaba una pequeña fracción de ocio no productivo que le permitía su teléfono inteligente. Tallar la madera, pulirla, pintarla, le daba una sensación de materialidad que la pantalla no.
No paso mucho tiempo cuando supo que el ocio no productivo se le había ido de las manos, cuando escaneó su teléfono para tomar un avión con el que sus amigas y ella viajarían de fin de semana largo, le fue rechazado el ingreso por falta de tokens. Deshecha en vergüenza se fue del aeropuerto.
El dejar el teléfono activo reproduciendo alguna serie o evento digital, no engañaba al sistema que detectaba los movimientos de su cara y los datos biométricos de su anillo y reloj inteligentes, que reflejaban inconsistencias con lo que se esperaba de ella en escenas dramáticas, que alumbraban en silencio una esquina de la galería, mientras ella tranquilamente continuaba tallando una pieza de madera.
Tras pocos días del incidente en el aeropuerto, recibió un mensaje en el teléfono, que le indicaba una reducción alarmante en la interacción con sus amigos y menos consumos en las aplicaciones de apoyo digital. Por lo que había perdido el derecho a los medios de transporte fuera de la ciudad, y se limitaba su tiempo de ocio no productivo, reasignándole unas horas a la semana al Centro de Reinserción Social de su comunidad.
Normalmente llegaban a la enfermería después de que algún custodio se le había pasado la fuerza con alguno de los terroristas económicos, quienes se mantenían recluidos en estos centros para poder enmendarse, pero también para contribuir a la sociedad siendo asignados a los ciudadanos VIP, quienes contaban con muchos mas tokens, al tener un consumo, interacción e integración de la pantalla y dispositivos inteligentes sobresaliente, eran los pocos que tenían acceso anticipado a la nube de sueños, en la que podían almacenar todos y cada uno de los pensamientos que ocurrian mientras dormian, para compartirlos en sus redes, algo digno de envidia social, ya que les incrementaba el número de amigos, reacciones y consecuentemente de tokens. Así, solo unos cuantos eran los elegidos para evangelizar a los traidores y reorientarlos para apoyar a su comunidad.
En pocas semanas Magda observó que esa reorientación era más que teórica. Dentro del Centro de Reinserción Social no existía ninguna normativa que defendiera a los reclusos o limitara los alcances de los ciudadanos VIP, que actuaban como custodios. Por lo que el maltrato y el abuso físico no era inusual.
Ella les curaba los golpes, lavaba las heridas. Les administraba sin su consentimiento suplementos intravenosos a quien iniciaban huelga de hambre, a la cual no tenían derecho tampoco, debían mantenerlos vivos hasta que lograran reinsertarse en la sociedad.
Estaba prohibido hablar con ellos, sus teléfonos inteligentes registraban todo, pero a los reclusos ya poco o nada les quedaba por perder. Así que varios de ellos, impresores, músicos, artesanos, pero también profesores, campesinos que se alejaron del compromiso digital, le contaban a Magda sus historias, ella sin emitir una palabra, escuchaba las pesadillas que empezaban como la suya en una tarde lluviosa.
Para el último día de trabajos forzados, Magda ya había superado sus tokens de compras en la tienda de aplicaciones, incluso pidió un préstamo para adquirir una pantalla inteligente que abarcaba la pared de su sala; su interacción, siempre positiva en redes sociales era muy bien recibida por sus cientos de amigos que se incrementaban desde su nuevo compromiso digital.
Al escanear su teléfono en la puerta para ingresar al vestidor, se le negó el acceso. Inmediatamente le llegó un mensaje en la pantalla que indicaba que su petición de salir no procedía. Magda con las manos temblorosas falló un par de veces en desbloquear su teléfono, en el tercer intento vio el mensaje en toda su extensión.
“Los datos biométricos registrados durante las conversaciones con los terroristas económicos mostraban empatía, y apoyo por la causa. Por lo que se le considera no apta para abandonar el Centro de Reinserción Social”.
Ves, absorto, las cosas que componen tu vida- Ricardo Albillos Martínez
VES, ABSORTO, LAS COSAS QUE COMPONEN TU VIDA,
en la sucesión de horas, día a día,
la dimensión del mundo que te envuelve,
y cuesta entender adónde has llegado,
de pronto, casi sin querer, de golpe,
la cantidad de ínfimas acciones
hasta acabar aquí, en tu sola verdad,
la raíz de tantos instantes inacabables,
la luz del pasado que cae sobre ellos,
el amor a vagos signos a los que eres fiel,
y aceptas su desvelamiento, tu desnudez,
el goce y el dolor que morirán contigo
tras el aprendizaje de toda una vida,
como residuos que arrastras, descreído,
tal vez solo dignos de ti.
Manifiesto por la lectura – Irene Vallejo
La Federación de Gremios de Editores de España en el año 2020, le pidieron a Irene Vallejo que fuera la voz y el sentir de este honorable grupo liderado en ese momento por Miguel Barrero Maján.
Y siendo un híbrido entre fanzine y un pequeño catecismo dedicado al libro y sus devotos, la autora de El Infinito en un Junco hace gala de manera profusa al expresar el amor profesado a las letras y su manifestación corpórea. Pero también habla de aquellos que nos alimentamos, que las devoramos, e integramos a las humildes cuatro letras que componen nuestro código genético, para transformarnos en una especie de simbionte que a ratos ama, luego se transforma en asesino, en animal fantástico, pero siempre en dualidad; o los más pervertidos en múltiples vidas y realidades.
Irene Vallejo en pequeñas sesenta y cinco páginas nos evidencia el amor obsesivo que tenemos a esas páginas. Este manifiesto lo siento más como una carta de expresión de motivos, la cual firmaría sin dudarlo.
Frase robada
¿Usted cree que el mundo entero es la metáfora de algo?
Antonio Skármeta
Bonus track

