Mi perra vida temporada 2025, episodio 48.

Relato – La cura a las adicciones (segunda parte) | Poema – Sólo una noche – Anónimo | Reseña – Jurassic Park – Michael Crichton | Frase robada – Ludwig Wittgenstein | Bonus track


La cura a las adicciones (segunda parte)

Leer la primera parte del relato

Apenas lo movieron con el resto de los presos y ya lo tenían perfectamente ubicado. Thomas lo intuía y aunque intentaba ser cuidadoso y no exponerse, ni llamar la atención, sus habilidades eran inútiles casi pueriles.

Al final de la tercera semana, cuando Thomas cruzaba un pasillo no muy bien iluminado, que casualmente quedaba fuera del ángulo de visión de la cámara de seguridad, fue detenido por tres cabezas rapadas que, sin mediación comenzaron a golpearlo, ya en el suelo, uno de ellos sacó del calcetín una punta de acero afilada, que empuñó con dirección al cuello. Thomas intentaba zafarse, pero era inútil, lo superaban en número, habilidad y fuerza.

-A ver pinches gringos, ya se les acabó la fiesta, dejen al mexicanito ese en paz -dijo un tipo que bien podía ser primo de Thomas, sólo que dos veces más grande y con más músculos que tatuajes.

-No te metas hijo de puta, este nos lo encargaron -le respondió el tipo con la punta de acero apuntando al cuello de Thomas en el suelo.

-Pues a nosotros también, este mexicanito lo cuidamos nosotros ¿está claro?

El tipo con la cabeza rapada observó desconfiado a esa montaña de músculos, sabía que estaba solo, pero apenas intentará enterrarle la punta, decenas de compatriotas los aniquilarían en cuestión de segundos. Se le quitaron de encima y se fueron caminando, tan tranquilos, como si no hubiera pasado nada.

Thomas no sabía si estaba más aliviado o consternado por todo lo ocurrido.

-Levántate cabrón, no deben de tardar en venir los custodios, para ver qué ocurre.

Con todo el cuerpo magullado se esforzó por levantarse del suelo, y seguir instintivamente al tipo que, lo salvó de morir desangrado con una punta de acero en la yugular.

-Gracias -le dijo tímidamente, mientras el tipo continuaba caminando con naturalidad mientras lo ignoraba.

-De verdad te lo agradezco -insistió Thomas- pero creo que te equivocaste, yo no soy mexicano.

El tipo se detuvo de improviso y Thomas por nada se estampa en su espalda. Volteó y lo vio de arriba a abajo.

-Pues cabrón, tengo varios hermanos igual de prietos y panzones que tú, lo que sí es que hablas inglés como gringo, pero si no quieres despertar mañana con una navaja en el hígado, será mejor que te vayas sintiendo uno de los nuestros, lo cual te conviene, porque yo creo que todos los demás van a buscar el mejor momento para entregar tu cabeza y cobrar la recompensa.

Sin mediar más palabras ambos entendieron el acuerdo y Thomas continuó caminando detrás, primero por las zonas comunes donde invariablemente todos los observaban, ya se había regado la información. Paulatinamente comenzaron a deambular por pasillos solitarios, en el poco tiempo que llevaba recluido jamás había estado en esa sección de la prisión. Al final del pasillo había dos guardias y un sistema de detección de metales.

De manera automática el tipo musculoso, en silencio, se detuvo frente de uno de ellos, separó las piernas y levanto las manos a los costados. Lo revisaron escrupulosamente y pasó por el arco de seguridad, se iluminó una luz verde y otro custodio abrió la puerta permitiendole el paso. La puerta se cerró y Thomas quedó solo con los guardias, imitó el comportamiento de su anfitrión y paso por la pesada puerta de metal.

Al entrar, Thomas pensó que se encontraba en el recibidor de un corporativo de oficinas, salvo por el hecho de que, todos eran hombres de aspectos latino que portaban el uniforme de presos de la penitenciaria. Se quedó observando durante varios segundos el movimiento de la gente, verdaderamente el ambiente era ajeno al un centro de reclusión.

Thomas salió de su asombro y volteó a todos lados, para encontrar a la montaña de músculos que lo había salvado de morir desangrado, el tipo había desaparecido entre el ejército de personas que se movía de una oficina a otra. En el centro de la inmensa sala, había una recepción con tres personas frente a sus computadoras, tomaban llamadas y tecleaban información afanosamente. Le pareció absurdo, pero era lo único que se le ocurría, se acercó a pedir informes.

-Buenos días -dijo dubitativo, sin mas argumentos que agregar.

-Buenos días señor Thomas -respondió uno de los presos que atendía la recepción-, ya lo están esperando.

No supo qué responder, no entendía qué estaba pasando, hace apenas menos de media hora estaba al borde de la muerte y ahorita parecía que iba a realizar un trámite burocrático.

-¿Quién me espera? -preguntó tímidamente.

-El Capitán y los miembros del consejo. ¿Desea algo de tomar?

Se encontraba perplejo, pensaba en lo surrealista de su situación, respondió casi a modo de burla.

-Un latte con leche de avena.

La otra persona de la recepción asintió. Su compañero se levantó de su asiento, y le indicó que lo siguiera.

-En un momento le llevo su café, acompáñeme.

Pasaron por decenas de oficinas llenas de cubículos, con el ambiente característico de un edificio de oficinas administrativas, salvo el aspecto de sus integrantes, era imposible pensar que eso era una cárcel. Le abrieron una puerta corrediza de cristal esmerilado, y una gran mesa de caoba con trece personas lo esperaban, la mayoría con el uniforme de reclusos, pero algunos, los únicos rubios, con trajes italianos.

-Bienvenido doctor Thomas, soy El Capitán, tome asiento por favor.

Su interlocutor no tenía ni treinta años, era por mucho el más joven de la mesa. Thomas se sorprendió de su juventud y del trato de doctor, que había perdió desde que comenzó su juicio hace ya más de un año. Thomas se sentó en la única silla disponible, de piel y madera, pesada y extremadamente confortable.

Volteó hacia ambos lados de la mesa, pero todos esperaban a que El Capitán diera alguna indicación.

-Doctor Thomas seguro debe tener muchas preguntas, trataré de responderlas, pero como verá hay muchas personas interesadas en usted, así que si no le inoportuna me gustaría iniciar.

Thomas sudaba profusamente y sentía la boca seca, cuando convenientemente alguien deslizo una taza con café latte a su lado, mecánicamente tomó un pequeño sorbo que le supo al paraíso.

-Seguramente nuestros jefes lo saben, pero a nosotros nos corroe la curiosidad. Cuéntenos ¿cómo hizo para matar a tantos de nuestros clientes en sus estudios?


Sólo una noche – Anónimo

Te arrojaste a mis brazos

sin destino, ni futuro

envuelta en tu piel

láctea, mórbida, marmórea

con tus besos y los ojos

abandonados en el incendio.

Abriste tu alma y tu cuerpo

lo entregaste sin prejuicios,

-para eso habrá un mañana

tu vestido y las sospechas

las dejaste aventadas

al lado de la cama que

como reino conquistado

exploramos hasta agotarla

empapada de sudor y de fluidos

que bebimos

entre besos tiernos

y muchas perversiones.

El sol nos arrojó del tálamo

y nos abandonó en la realidad

demasiado tarde para hacer

las preguntas pertinentes,

pero apostaste todo

-quiero volver a verte

ambos sabíamos que

nuestra historia

ya había terminado.


Jurassic Park – Michael Crichton

Tras varios y millonarios éxitos en taquilla y en librerías, leer treinta y cinco años después el libro fue una experiencia interesante.

Lo primero que salta a la vista es su dinamismo, deja muy poco al azar, lleva al lector por un trayecto muy bien calculado, con puertos y valles que dejan respirar y ponerse ansioso, en particular sobre caminos que no siempre son trazables; algo de biología, algo de informática y bastantes discusiones sobre el sistema económico que mueve los engranes de las grandes y modernas empresas humanas. Pero no se espanten, lo hizo tan bien que apenas y se percibe.

Lo segundo que brinca es que, envejeció bastante bien, sigue pareciendo ciencia ficción contemporánea, tan innovadora como hace siete lustros, lo cual es un tremendo logro. Por supuesto, al ser más una novela de acción, el tono mantiene al lector imaginando dinosaurios y catástrofes por todos lados.

Manteniendo el cliché, vendría a colación la comparación con la película, algo bastante soso, pero a pesar de lo anterior lo haré.

Tiene muchísimo que la vi, por lo que con tanta distancia habrá sesgos de memoria. Pero en términos generales la obra cinematográfica me parece muy digna. Es cierto que hay cambios, honestamente ninguno radical, exceptuando la muerte de Hammond que le otorga justicia divina a la novela. Solo como punto en contra del libro, es que la niña -Lex- es un incordio, se comporta con rasgos autistas completamente inexplicables, y no es intolerancia al autismo, sino que es incongruente el personaje, ya que no tiene contexto para tal alteración.

Podría decir que en el 2025 que se caracteriza por explotar de manera directa e indirecta el mito de Prometeo, Jurassic Park vale mucho la pena.


Frase robada – Ludwig Wittgenstein

Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo


Bonus track

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